domingo, 13 de septiembre de 2015

Mi 11-S particular

 
   Voy a contar por aquí un 11-S muy particular que tuve hace justo 14 años (anda que no ha llovido "ni ná"...).

   En septiembre de 2001, yo llevaba trabajando dos meses en una ya desaparecida cadena de supermercados. Tenía una jornada laboral de cuatro horas, de 17h a 21h de lunes a sábado. La nave en la que yo trabajaba tenía las oficinas en la planta de arriba y el supermercado estaba abajo. Los vestuarios en los que nos cambiábamos mis compañer@s y yo de ropa estaban arriba también (no eran mixtos eh... que teníamos uno las chicas y otro los chicos).

   El 11 de septiembre de 2001, como todos sabemos, a eso de las 15h aproximadamente, un avión se estrellaba en una de las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, lo estábamos viendo mi padre y yo en el telediario (alucinando no, lo siguiente....), y poco después vimos cómo se estrellaba en directo otro avión en la otra torre. Un horror indescriptible. Ya habíamos comido y estaba a punto de salir hacia el trabajo. El atentado era lo más comentado en la calle, todo el mundo hablaba de ello, estaba en boca de todos. Nos tuvieron a todos pendientes de lo que pasaba en ese lado del mundo ese día. Cuando llegué al trabajo, los vigilantes de seguridad comentaban entre ellos lo ocurrido, los clientes igual... evidentemente, no se podía hablar en esos momentos de otra cosa. Yo subí como cada día al vestuario a cambiarme de ropa y al abrir la puerta, salió un muchacho que yo no terminaba de reconocer como compañero de trabajo, con su ropa de calle, su mochila, su casco llamativo de moto... Me di la vuelta y miré cómo se iba (no estaba bueno, simplemente lo miré porque me extrañó no conocerlo y que saliera de ahí, del vestuario de las chicas). Al entrar en el vestuario vi que había tres taquillas abiertas que habían sido forzadas (Oh oh!). Pensé: "hostias, este acaba de robar", y también pensé que yo era la que menos tiempo llevaba trabajando allí y que podrían sospechar de mí (Oh my Thor!). Entonces, sin cambiarme de ropa, bajé y conté lo ocurrido a mi encargado y a los vigilantes de seguridad. No se lo podían creer. Pero lo más curioso fue que, cuando describí al muchacho, el vigilante de seguridad me dijo sorprendido: "¡Pero si ese acaba de hacer una entrevista! ¿Cómo se puede ser tan gilipollas? ¡Haces una entrevista de trabajo, tienen todos tus datos y entras a robar! ¡Payaso!" y se echó a reír....

   Mi encargado me dio las gracias por haber contado lo ocurrido, y los vigilantes de seguridad me preguntaron que si reconocería al muchacho en la foto del currículum, dije que sí, así que ese día tardé en empezar a trabajar (no hay mal que por bien no venga... jijijijiji). Entré en las oficinas y me enseñaron el currículum del último entrevistado, y efectivamente era él. La persona que le entrevistó también se fijó en el casco de moto llamativo que llevaba (no había dudas pues, hablábamos del mismo gilipollas). Llamaron a la policía y me preguntaron que si iría a reconocerlo cuando lo cogieran (glup!), que el chaval seguro no habría llegado muy lejos aún, y dije que sí (.................), así que me monté en el coche de los vigilantes y pusimos rumbo a comisaría para denunciarlo. De camino, llamaron al vigilante y le dijeron que habían cogido al chaval y había entregado lo que había quitado, que estaba arrepentido, así que dimos media vuelta y volvimos al trabajo (toda nuestra conversación en el coche fue lo ocurrido en Nueva York...).

   El tema se quedó así, nunca tuve que denunciar lo visto, no volví a ver al chaval, evidentemente no le contrataron, mis compañeras recuperaron lo que había sido robado........ Yo quedé libre de toda sospecha....... Y mientras, en el otro lado del mundo, dos torres se hundían falleciendo así miles de personas.

   Este ha sido un viaje astral distinto a los que yo suelo hacer, pero tenía ganas de contarlo.

   Sed buen@s... o no....




(13/09/15)

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