sábado, 13 de enero de 2024

¿Creéis en los espíritus?

     Os voy a contar algo porque quiero dejarlo por escrito por si alguna vez esta cabeza que tengo yo hace que lo olvide (y es 100% real).

    ¿Creéis en los espíritus? (algun@s creeréis y otr@s no). La verdad es que siempre ha sido un tema que me ha dado mucho respeto (un poco de yuyu más bien). Las películas en las que salen espíritus me acojonan (cierto), no leo novelas de miedo porque la mente es súper poderosa y hace que tenga pensamientos que no quiera tener (cierro los libros y dejo de leerlos). Hay quien dice que los espíritus no existen, que si existieran, habría mucha gente atormentada por ellos y que no podrían ni vivir de la angustia (razón no les falta)... No lo sé... El caso es que yo quiero contar mis pequeñas experiencias sobrenaturales. ¿Y por qué digo sobrenaturales? Porque sólo lo he visto yo.

    Que yo sepa y hasta el día de hoy, he visto personas que aparentemente no estaban ahí donde yo las veía. ¿Por qué digo "aparentemente"? Porque no iba sola en ese momento, siempre he ido acompañada de alguien y mi acompañante o acompañantes jamás han visto a la persona que yo decía. Os lo voy a contar por orden:

    * Persona-espíritu 1: creo que esto ya lo conté hace tiempo en otro post. Volvíamos mi hermana y yo en el coche, conducía ella, y estábamos llegando a un paso de cebra, recuerdo que era de noche. No tenía intención de parar, pero le dije que parara, que había un hombre esperando a cruzar. Ella dijo que no, que no había nadie. Os lo describo: hombre de unos 60 años, alrededor de 1.65 m aproximadamente de estatura; llevaba gafas; calvo, el poco pelo que tenía era blanco; llevaba un polo de manga larga de rayas azules y naranjas, y entre medias de estos dos colores, una ralla fina blanca, pantalón vaquero.

    * Persona-espíritu 2: esta vez íbamos mi madre y yo. Era de noche de nuevo. Subíamos una cuesta para salir de un parque comercial. Detrás de nosotros venía un señor con prisa. Le dije a mi madre que se apartara a un lado para dejarle pasar, y mi madre me dijo que no venía nadie. Venía el señor, os lo prometo. Os lo describo: hombre de unos 50 años; vestido todo de negro, con cazadora de cuero y pantalón vaquero; el pelo lo llevaba oscuro y largo, y tenía un bigote largo como los de los rockeros; en su hombro izquierdo llevaba una mochila.

    * Persona-espíritu 3: en esta ocasión íba con mis padres en su coche. Estábamos llegando al garaje. Vi una señora esperando a cruzar un paso de cebra y le dije a mi padre que parara para que pudiera cruzar. Ni él ni mi madre vieron a nadie. Os la describo: señora de unos 75 años de edad, con el pelo marrón cortito y rizado; alrededor de 1.50 m de estatura; llevaba jersey beige clarito y falda beige oscura. También era de noche.

    * Personas-espíritus 4 y 5: estos iban juntos, agarrados, parecían una pareja. Tiene algo en común con los anteriores, también era de noche. Subíamos de nuevo mi madre y yo la cuesta del mismo parque comercial de antes y esa pareja venía detrás. No los puedo describir tanto como a los anteriores, venían lejos, pero según mi madre, íbamos solas por la cuesta, no había nadie más que nosotras. Ella no los vio, pero yo sí.

    ¿Qué os parece? (que estoy como una cabra ¿a que sí?) ¿Estoy para empezar un tratamiento psiquiátrico? (ya estoy tardando...)

    Puedo prometer y prometo que todo es verdad, que los vi igual que vemos a todas las personas. Quizá haya visto a alguien también siendo de día... o no... 




    

miércoles, 7 de junio de 2023

Tranquila, que no hay nadie

    Hola blog. Hace mucho que no me paso por aquí (unos cuantos meses ya). No me he olvidado de ti (para nada), tampoco te he dejado apartado (es que mi vida es muuuuyy sosa, ya sabes), pero me apetece contarte algo y he decidido hacerte una visita.

   Ayer me pasó una cosa surrealista. Bueno, surrealista surrealista no fue, pero sí fue agobiante (y tanto), de pánico (y más), es más, de doble pánico (y eso es poco)... Quizás sea una exageración (que yo no he sido nunca exagerada, en la vida...), que no fue para tanto, que le puede pasar a cualquiera... pero me pasó a mí.

   L@s que están habituad@s a viajar en la renfe quizás puedan entender lo que voy a contar. Ayer fui con mis padres por la tarde a casa de mi hermana porque teníamos que ir a recoger a mis sobris al cole (¡ay mis niños, cuánto les quiere su tía!), que ella no pudo salir a su hora habitual. Decidimos ir en transporte público por si se ponía a llover en algún momento y así evitar ir en coche para no agobiarnos en la carretera (mayormente me agobio yo). No llevábamos ni dos paradas de tren cuando empecé a notar presión en la vejiga (oh oh...) y la verdad es que quedaba casi una hora de camino (oh no...).

   - Vamos a bajarnos en Villaverde Alto para hacer el trasbordo, que esos trenes siempre llevan baño y paso, que como no pase no voy a llegar bien. - le dije a mis padres. Dijeron que vale.

   Nos bajamos en Villaverde Alto, le quedaban 8 minutos al tren (uf, demasiado...). Cuando por fin vino, subimos y fuimos por dentro buscando el vagón del baño (¡localizado!). Le pedí a mi madre que por favor pasara conmigo, y lo iba a hacer, pero... ¡Madre del amor hermoso! ¡Cómo estaba eso! El váter casi rebosando (¡puaj!), el suelo casi inundado (los pies hacían pj pj pj)... y le dije a mi madre que no entrara, que me esperase fuera. Como pude y con el movimiento del tren (de un lado a otro intentando no hacerlo fuera e intentando no salpicarme), con todo el aaaaaasco del mundo y porque estaba para reventar (en modo ecografía ya), me agarré a una barra y haciendo malabarismo (como pude) vacié mi vejiga (uuuufffff), pero no me esperaba lo que pasó mientras terminaba... ¡Se abrió la puerta! (¡aaaaaaaaaaaaaaaah!) ¡Y no había terminado aún! (¡socorroooooooooo!) ¡Pánico! Y no fue solo eso... ¡Al abrirse la puerta no vi a mi madre! (¡mamááááááááááá!) ¡Doble pánico! (¡mamáááááááá mamáááááááá!) ¡Qué estrés! ¡Qué horror! La llamé desesperada pero en susurros (para que no me oyese nadie más) para que cerrase la puerta y por fin apareció...

   - Tranquila, que no hay nadie. - me dijo.

   ¿Tranquila? ¿Cómo que tranquila? ¿Y si llega a pasar alguien en ese momento por ahí? (hola, ¿qué tal? ¿cómo están los mákinas? pues nada, aquí, orinando un poquillo...) ¿Por qué no se cerró la puerta del baño si la cerré yo desde dentro? ¡Porque tampoco funcionaba! ¡Qué odisea! ¡Qué caos! ¡Qué agobio! ¡Tenía hasta ganas de llorar! Y claro, por supuesto, mi fluido corporal se quedó allí porque ahí no funcionaba nada (y a lo mejor sigue ahí, quién sabe...)... Salí con temblor en las piernas, lo prometo...

   No sé si esto le habrá pasado a alguien alguna vez, o algo parecido... Seguro que sí, no voy a ser yo la única bicha rara de este mundo... 




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