viernes, 22 de noviembre de 2019

¡Pero qué estrés! ¡Esto no está 'pagao'!

 
   Suena el despertador (08.25h, una radio reloj despertador que, con el paso de los años, sólo sintoniza una emisora). Ya llevaba despierta un rato (es que los nervios pueden conmigo). Enciendo la lamparita, cojo ropa interior limpia (mi madre siempre nos ha dicho a mi hermana y a mí: "aunque llevéis los ojos llenos de legañas, el culo siempre tiene que ir bien limpio", así que...), cojo el vaso y voy al baño. Me lavo las manos e intento atinar con la orina dentro del vasito (misión imposible), termino (a gustitoooooooooooo), me vuelvo a lavar las manos, cojo el tubo, vierto mi líquido de deshecho corporal, con pulso, dentro del tubo y le pongo el tapón. "Ea, una cosa hecha". Me aseo, me visto (después de pensar qué me iba a poner... porque claro, si vas con manga larga, a lo mejor no se sube ésta lo suficiente y tienes que sacarte el brazo entero dejando al aire un pechamen, y no es plan... así que he optado por una camiseta con manga corta y una chaqueta), me peino (que con tanto rizo es difícil), cojo la pegatina del tubo y le pongo mi nombre para pegarla (ups, ha quedado torcida, como siempre...). Introduzco el tubo en el plastiquillo en el que venía para guardármelo en el abrigo, me pongo la bufanda, cojo el papel, el paraguas y a la calle (¡vamos Inma, tú puedes!).

   Siempre hay nervios, siempre. Me lo han hecho cientos de miles de millones de veces (bueno, creo que alguna más...), pero lo siento como si siempre fuera la primera. Se lleva angustia, miedo (qué cagona, pero es cierto... miedo a marearme...), hambre, temor por llegar y ver a personas en la misma situación en la que vas a estar tú en breve (que eso ya da mucho yuyu).

   Llego al ambulatorio. Entrego el papel. Me quito el abrigo y la chaqueta y me quedo en manga corta (¡preparada!... no, no lo estoy.. sí, sí lo estoy... ¡preparada!... no, no lo estoy...). Saco del bolsillo mi tubito amarillo y a esperar.

   - ¡Inmaculada *!

   Ha llegado el momento (Thor de mis amores, dame fuerza). Cojo aire (creo que he dejado sin O2 a medio ambulatorio). El enfermero con aire sonriente recoge mi tubito y me dice:

   - Adelante.

   Con medio ojo observo que hoy hay tres mesas (no miiiiires, que es peoooooor). Siempre hay dos, pues hoy hay tres.

   - Un brazo voluntario - me dice la enfermera que me ha tocado.
   - Este, por ejemplo - le doy mi brazo derecho.

   Mira el papel, coge los millones de tubos que me va a sacar, me hace un torniquete con la goma verde (joder..... si me va a dejar sin brazo...) y me dice:

   - Aprieta el puño.

   Respiro hondo y desvío la mirada, me he puesto a leer carteles de la pared (si soy sincera, no recuerdo nada de nada de nada de nada de lo que he leído). Yo ahí con el puño apretado, con la circulación cortada y con el brazo a punto de explotar, esperando el temido momento... y ella de cháchara con la compañera. "Por el amor de Thor, ¡empieza coño! ¡que me va a reventar el brazo!"... Pues nada, yo ahí con el puño apretado, con el brazo a punto de desprenderse de mi cuerpo (y no estoy exagerando, que yo no soy de exagerar)... Y nada... ella siiiigue de cháchara... Que si fulanito no sé qué... Que si menganito no sé cuánto... 

"¡Pero qué estrés! ¡Esto no está 'pagao'!"

   Medio minuto después ("We all live in a yellow submarine, yellow submarine, yellow sumbarine"... a mi cerebro le falta sangre ya...), se decide a pasarme una gasita con alcohol (ya va, ya va), me toca la vena (flojera inminente y subidón de calor repentino ¡eso no se toca!), me pasa la gasita otra vez, y gira la cabeza para hablar con la compañera...

"¡Joder! ¡Empieza, hostias!"

   Ya por fin, se decide a pincharme (dos velas negras le voy a poner...) con esa aguja diminuta que tememos tantas y tantas personas, y a mí subiéndome los calores. Un tubo, dos, tres... ¿Cuántos? Ni idea... jamás miro... Noto que finalmente acaba (¡aaaaaaleluya, aaaaaaleluya...!), saca la aguja, noto la presión de la gasa esperando a que me diga "aprieta cinco minutos y te vas"... ¡Pues no! Me ha puesto dos esparadrapos ¡Dos! ¡Será.... &%*#@&! ¡Horrible! ¡El peor momento del día! Salgo, me aprieto cinco minutos (con las pocas fuerzas que me quedaban...), y cuando voy a quitarme el esparadrapo... veo una mancha enorme de sangre en la gasa... "¡Madre del amor hermoso! Venga Inma, no seas floja, quítate eso y tira millas... ¡no puedo! ¡no puedo!"...

... ... ... ... ... ... ... Ehm... ... ... ... ... ... ... 

   Ya conté una vez en otro post (haz click aquí si lo quieres leer) la jodienda de tener que quitarse un esparadrapo. ¿Pero por qué lo ponen? ¡Si ya habíamos evolucionado! ¡Pa joder na más!



   P.D: ¿Os ha pasado algo curioso mientras os hacíais un análisis de sangre? ¿Os habéis mareado? Seguro que sí (no voy a ser yo la única rara del mundo mundial).

   P.P.D: Si os ha gustado, si os habéis reído, si os habéis sentido identificad@s... ¿Me ayudáis a compartirlo? 
   
   P.P.P.D: Thank you very much!

viernes, 9 de agosto de 2019

La chancla desintegradora


   Érase una vez, en un lugar muy muy lejano de una remota ciudad al sur de la comunidad autónoma en la que reside la capitanía de un país donde lo que más vale es el sol, una noche cualquiera, cuando los seres que allí vivían estaban plácidamente viendo ese artilugio luminoso y sonoro que entretiene a ratos, un ser volador identificado entró para perturbar la paz que allí reinaba (pánico, con lo a gustito que estábamos...).

   Ella dijo:

  - Buah, una polilla.

   Con rápido movimiento (el mismo que hubiese hecho si me hubiese pinchado con algo), levantó su plana posadera del sillón en el que tranquilamente no hacía nada, y corrió para cerrar la puerta del pasillo que daba entrada a otras estancias del hogar (que luego da mucho yuyu que se cuelen en los armarios).

   Él cogió un cojín (un arma súper mortífera que es capaz de terminar con todo ser vivo que entre a molestar a partir de ciertas horas).

   - A ver - dijo ella - No vayas a darla con el cojín que nos puede dejar mancha. (qué asquete ¿no?)

   Él soltó el cojín y se quitó una chancla (más letal aún que el cojín).


(chan chan chaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan)


   - ¿Dónde está? No la veo - dijo él.

   - Está por ahí, por el mueble.

   La dama de plana posadera diose media vuelta (igual que el demonio de Tasmania de los dibujos animados) y corrió en busca de un largo palo terminado en plumas para echar al ser volador hacia el balcón, abrir la ventana y dejarlo ir, pero revoloteaba a la velocidad del rayo (bueno, a lo mejor un pelín menos...) y era imposible pillarlo.

   - ¿Dónde está? - volvió él a preguntar.

   Ella miró por todos los sitios dando un giro de 360º (¡Olé!)

   - Está pasando por delante de ti.

   Con veloz movimiento y sin saber lo que iba a pasar, él dio un zapatillazo al aire.

   ¡¡¡PIC!!!
(esto es la reproducción del sonido que escuchamos)

   - No la veo - dijo él.

   - Yo tampoco - añadió ella.

   - En la chancla no está - dijo girando ésta para ver la suela.

   Miraron por el suelo. Cogieron las linternas para buscarla por todos los rincones, en todas las grietas, en todos los lugares en los que podía haber caído. No apareció por ningún sitio.

   No la vieron volar más. Nunca jamás apareció. Es inexplicable, pero aun habiendo pasado muchas horas desde que ocurrió, no han vuelto a saber de ella.



 
   P.D: llegaron a la conclusión de que la chancla era el arma de destrucción masiva jamás inventada.
   P.P.D: la chancla desintegradora.
   P.P.P.D: el ser volador desintegrose en el aire.
   P.P.P.P.D: en estos momentos sigue sin aparecer y continúan pensando que esa chancla tiene poderes.

   (El post está contado en tercera persona (me apetecía hacerlo así) y los comentarios están en primera persona (también me apetecía hacerlo así).)


 ... ¿Estará la dama de plana posadera perdiendo el último tornillo que le quedaba? ...

 

domingo, 23 de junio de 2019

Graduaciones por doquier. Graduaciones everywhere




Yo no me gradué
cuando terminé el parvulario.
(qué triste)

Tampoco cuando terminé la EGB.
(y eso que saqué buenas notas)

En BUP... menos.
(...)

Cuando acabé COU
hicieron una ceremonia de graduación
en la que fui olvidada,
se les olvidó nombrarme.
(esto sí que fue realmente triste,
tener que subir a decir a la mesa de profesores
que se habían olvidado de mí)

¿Por qué digo todo esto?
(porque sí, porque me apetece)

Porque hoy en día,
los niños de la guardería se gradúan;
los que acaban su etapa en Infantil
también se gradúan;
cuando finaliza la primaria también;
al finalizar la ESO también,
y al acabar Bachiller igual.
(cinco graduaciones
antes de entrar a la universidad...
o cuatro si no han ido a guardería)

Graduaciones por doquier.
Graduaciones everywhere.

¿Por qué los niños de ahora
tienen tantas graduaciones
y yo no tuve ninguna?

¿Es más importante ahora que antes
terminar una etapa escolar
y pasar a la siguiente?

Y ojo,
que no estoy criticando,
(o sí)
sólo lo comento,
(que lo sepáis)
que no lo veo normal.

Graduaciones por doquier.
Graduaciones everywhere.

Las únicas graduaciones 
que yo había visto hasta entonces,
sólo las había visto
en la películas americanas.



Americanizándonos.

Yo me americanizo.
Tú te americanizas.
Él/ella se americaniza.
Nosotros/as nos americanizamos.
Vosotros/as os americanizáis. 
Ellos/as se americanizan.

Graduaciones por doquier.
Graduaciones everywhere.



miércoles, 24 de abril de 2019

¡Yo me tiro por ahí!


   Pobre rodilla mía, se lleva los golpes más inesperados. Golpes contra mesas invisibles (invisibles porque no se ven de tanto cristal como tienen), mesas que están a alturas estratégicas de una de las partes más sensibles del cuerpo humano y una de las más susceptibles de llevarse golpes. ¡Anda que no se ha llevado golpes esta rodilla!

   Recuerdo que hace unos años, una semana justo antes del 11-M, se llevó mi santa rodilla un golpe descomunal. Íbamos mi señora madre y yo a al hospital Niño Jesús a ver a una prima a la que acababan de operar de urgencia de apendicitis. Fuimos en tren. En Embajadores, una vez salías del tren y te dirigías al metro, había que subir escaleras para llegar al andén (lo cual era raro, porque normalmente siempre bajas escaleras para descender al metro), y escuché que el metro estaba entrando (hace tiempo que no voy por ahí pero imagino que sigue igual).

   - ¡Corre, que viene! - le dije a la mía mamma, y eché a correr escaleras arriba.

   ¿Te puedes caer subiendo las escaleras? La respuesta es sí. ¿Se puede ser tan torpe? La respuesta vuelve a ser sí. 

   - ¡Ja, ja, ja! ¡Hija! - ten madre para que se ría de ti cuando te caigas...

   - ¡Qué hostión me he dado!

   Me levanté el pantalón y tenía todas las rayas de las escaleras grabadas en la rodilla (ahí, bien puestecitas, como un código de barras). ¡Pobrecita mía! ¿Quién la mandaría a ella correr para subir a tiempo de coger el metro? ¿Queréis saber si cogimos o no el metro? Esa... es otra historia...

   Llegamos al hospital y vimos a mi prima, me crucé con la actriz Lucía Jiménez por uno de los pasillos. Mi rodilla parecía que estaba dentro de una olla a presión, pero no dije nada. Una vez en el hospital podría haber ido de urgencias a que me hubieran echado un vistazo, pero no lo hice... Sólo fue un hematoma rayado de campeonato (que fue poco para el hostión que me di, podría haber sido peor).

   Ese fue uno de otros muchos golpes. Ayer me di otro descomunal, pero lo contaré después.

   Hace un tiempo (tampoco mucho), estuve con mi familia en Madrid Río, que para quien no sepa qué es, Madrid Río es un enclave cultural y lúdico, con espacios para hacer actividades al aire libre y en el que los peques disfrutan muchísimo, paralelo al Río Manzanares y situado justo encima del soterramiento de la M30 (a lo mejor piensas... ¿y a mí qué más me da?... bueno, pues si te da igual, cierra y busca otras cosas... y si te pica la curiosidad, quédate y sigue leyendo...). Si habéis estado alguna vez ahí, sabréis que hay unos toboganes de acero grandes de tubo por los que se deslizan niños y adultos a partes iguales (parece que estoy contando un problema de matemáticas).


(Foto de aquel día de esos toboganes)

   Los niños salían con una cara de felicidad extrema, y pensé "yo me tiro por ahí" (sí sí, muy valiente yo). Subí con una de mis primas, me puse al borde del tubo, me asomé, me senté y no me impulsé, simplemente me dejé caer... ¡Madre del amor hermoso! ¡Qué velocidad cogí! Cuando llegué al suelo, frené con los talones y claro, por pura física, se me quedaron clavados en el suelo y caí a cuatro patas, destrozándome las rodillas y los codos. ¿Os imagináis a una treintañera con las rodillas sangrando? Pues sí, yo (treintañera cuando me pasó, claro, que ahora soy una recién estrenada cuarentañera). Bueno, sangrando, con heridas... Pero la peor parte se la llevó mi famosa rodilla derecha. Creo que ese fue uno de los peores golpes que se ha llevado mi rodilla. Eso... y mi familia descojonada de la risa... ¡Ah, que se me ha olvidado un pequeño detalle! Cuando caes de un tobogán de esos, no hay arena al final, no hay goma dura, hay ¡piedras! ¡flipad! ¡piedras! ¿A quién se le ocurre poner piedras en la caída de los toboganes? ¡Mamasita! Mi rodilla tardó en recuperarse de esto.


(Evolución de la gama cromática de mi rodilla)

   Ayer me di la última, en una tienda de muebles. Como bien decía al principio, las mesas hechas de cristal que no se ven son muy peligrosas. Os prometo que no la vi.

   Se sentó mi progenitora en un sofá para probarlo.

   - Necesitaría algo para ponerme en los riñones, es demasiado blando. Bonito, pero blando.

   - ¿A ver?

   No había dado dos pasos, cuando de repente ¡ZAS! ¿Es que mi rodilla tiene un imán? 

   - ¡Ay, ay, ay! - otra vez parecía mi rodilla una olla a presión.

   - ¿Es que no la has visto? ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

   - ¡Pues no! ¡Ay, ay, ay! (lagrimones de risa dolorosa)

   Me senté en el sofá a reposar un poco, a masajearme un poco la rodilla, qué dolor tenía... Y el sofá era demasiado blando, tenía razón mi madre... ¡Aaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!

   Me duele, pero será un dolor de unos días (y ahora que me doy cuenta, la de cosas que he escrito para contaros que ayer me di un golpe...).


   P.D: Después de la caída en Embajadores, sí cogimos en metro.
   P.P.D: ¿Por qué duelen tanto los golpes en las rodillas? ¡Si es todo hueso!
   P.P.P.D: ¿Qué golpes os habéis dado en las rodillas? ¿Me lo contáis?



   

   

miércoles, 17 de abril de 2019

Otro post vendrá


   ¿Qué escribir cuando no tienes nada que escribir?

(Pues a ver, escribe cualquier cosa, que contar tonterías siempre se te ha dado muy bien ¿O es que se te ha ido la inspiración?)

   ¿Qué decir cuando no tienes nada que decir?

(Lo que hay que leer... ... ... ...  ¡Pero qué negativa estás! ¡Con lo que te gusta a ti decir cosas! ¡Y lo que te gusta que las demás y los demás las lean! ¿Verdad que te sientes bien solo con eso? ¡Estás para que te reciclen!)

   ¿Qué contar cuando no tienes nada que contar?

(A ver, pues lo que cuentas siempre por aquí ¿Es que no te ha pasado nada nuevo? ¿Algo divertido? ¿Algo que se pueda contar con una anécdota a tu manera? ¿No te ha cagado un pájaro (eso ya lo contaste... aquí) o te ha dado una patada un sofá o te has pegado un resbalón que casi te partes el occipucio? ¿En serio? ¿Tanto tiempo sin escribir aquí y no te ha pasado nada? ¡No me lo creo!)

   ¿Qué vas a compartir cuando no tienes nada que compartir?

(Puedes compartir lo complicado que es a veces compartir, que las lectoras y los lectores sepan que expresar lo que sientes o lo que necesitas sacar de tus adentros no siempre es fácil, que detrás de cuatro letras escritas hay una experiencia vivida deseando ser contada de la mejor manera posible, de una forma amena y divertida para que te vuelvan a leer y piensen "esta chica está como una cabra", para que estén deseando que saques el siguiente post ¿Pero si la inspiración no llega o no vives nada interesante? ¡Te lo inventas! O no, mejor no te lo inventes, sé lo más sincera posible en todos tus posts, como vienes haciendo hasta ahora. ¿Que no te ha pasado nada? ¡No te preocupes! Dónt worry, be happy!)





Otro post vendrá.

   P.D: ¿Por qué ha respondido la voz de mi conciencia en este post? Si yo lo iba a dejar en cuatro simples preguntas... Ya sé que hubiese sido el post más insulso de la historia de mi blog, pero no ha podido callarse mi yo interno... 

   



Entrada destacada

Un retiro en la bóveda de un banco

   La verdad es que no sé cómo empezar esto. Diría cien mil cosas ( o más, que no me gusta exagerar ) de miles de millones de formas, pero...