sábado, 21 de mayo de 2016

El señor del polo de rayas


"Era un señor con poco pelo, el poco pelo que tenía era blanco, llevaba gafas, un polo de rayas azul y naranja y pantalón vaquero"   


   Hace muchos, pero que muchos años (finales del siglo pasado concretamente), con el recién estrenado carnet de conducir por parte de mi hermana, nos aventuramos a coger el coche de nuestro padre (un Opel Kadett Fun) para ir un día a la universidad en la que ella estudiaba entonces. Estábamos bastante lejos de casa, era una de las primeras veces que salíamos ella y yo con el coche tan lejos, pero nos liamos la manta a la cabeza y pusimos rumbo a Ciudad Universitaria (… a la aventura…).

   Recuerdo que nos perdimos, que nos costó bastante tiempo llegar (… qué raro…) Lo que no recuerdo es a qué íbamos, pero conseguimos llegar. De esto hace muchos años, me gustaría poder recordarlo con más detalle, pero recuerdo cosas de aquel día. Recuerdo también que se nos hizo de noche. Ella siempre ha dicho que le gusta conducir de noche, así la luz del sol no deslumbra y van menos coches por la carretera. Pusimos rumbo a casa.

   De regreso nos perdimos también. De hecho, llegamos a una calle que no tenía salida (… oh oh.. esto no nos suena… por aquí no hemos pasado antes… eso es un muro y no se puede avanzar…) y nos costó dar la vuelta para poder salir de allí (pero lo conseguimos). “Vosotras tenéis que ir en dirección a Badajoz y así llegaréis a casa” (consejo de madre, siempre tiene razón) , nos solía decir nuestra madre cuando salíamos con el coche. Dicho y hecho, dirección Badajoz. ¡A casa!

   Llegando al cruce de la Avenida del Mediterráneo con la calle Río Manzanares, con la Universidad Politécnica Carlos III a un lado y el Centro Comercial Leganés Uno al otro, íbamos a pasar por un paso de peatones para hacer la rotonda y terminar el camino que nos quedaba por recorrer.

   - ¡Cuidado! ¡El señor! – grité de repente.

   Susto y frenazo.

   - ¿Qué señor? – me contestó mi hermana asustada.

   Yo flipando.

   - ¡El señor del polo de rayas, que casi le pillas! – seguí gritándole a mi hermana.
   - ¿Qué señor? ¡Si no hay nadie! – me decía mi hermana sin salir de su asombro.
   - ¡El que ha estado a punto de cruzar cuando te lo he dicho y has pegado el frenazo!
   - ¡Que no hay nadie! ¿Dónde está?

   Miré a todos los sitios. Efectivamente no se veía a nadie. En esos momentos pensé que tampoco le había dado tiempo a cruzar tan rápido, se le vería aún.

   - Estaba ahí.
   - No había nadie – me dijo finalmente mi hermana.

   Modo frustración ON.

   - Te juro que había un señor, y te lo puedo describir – le conté a mi hermana después de que volviera a arrancar el coche -. Era un señor con poco pelo, el poco pelo que tenía era blanco, llevaba gafas, un polo de rayas azul y naranja y pantalón vaquero. Estaba mirando a la carretera esperando a cruzar el paso de peatones.
   - No había nadie.

   ¿Estaba o no estaba ese señor esperando para cruzar? Yo creo que sí, lo vi. Mi hermana no lo vio. ¿Por qué yo lo vi y mi hermana no? ¿Fue una alucinación? ¿Fue un espíritu? ¿Estaría allí el señor y decidió dar la vuelta y no cruzar? Ni lo supe en esos momentos ni lo sabré jamás.

   ¿Quién hizo un viaje astral? ¿Mi hermana? ¿Yo? ¿Las dos? ¿O lo hizo el señor que decidió no cruzar y desvanecerse en el aire? Como dije dos líneas más arriba, ni lo supe en esos momentos ni lo sabré jamás.




(22/05/16)

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