Seguro que esto os ha pasado más de una vez (y más de dos y más de tres) pero es que esta vez ha sido la hostia (todavía me tiemblan las canillas)...
Hace unos días empecé el día con
mal pie: me iba a casa de mi hermana (que vive muy muy lejos de mi casa), y al llegar a la renfe en Leganés Central fui a meter mi
billete por los tornos para poder entrar; pues bien, se me puso un maromo
cincuentón detrás (puaj.............) pegado a mi espalda y me di cuenta, me hice la tonta y me cambié de
torno (más rápida que el correcaminos), observando que él también se cambiaba de torno comingo (ufffffffffffff).
- ¿No irá a colarse conmigo? - le pregunté girándome a la velocidad del rayo
- No - me contestó el maromo
- No, ya le digo yo a usted que no ¡no te jode!
- Pues entraré con otro
Me fui más rápido a otros tornos a los que a él no
le daba tiempo a llegar (jijijijijijijijijijiji) porque su complexión corporal (estaba fondón y torpón) no le daba para seguirme
con agilidad. Entré corriendo y subí al andén. Cogí mi mp5, mis cascos y me puse mi música (música celta, es lo que casi siempre escucho cuando voy en el tren). Se me
ocurrió levantar la vista y vi que se acercaba el maromo a mí (OH OH...).
- ¿Cómo eres tan tonta niñata? - me dijo el
subnormal
- ¿Tonta yo? y usted qué morro le echa ¡no te jode!
- %&#$@#$&% ..... zapatillas...
¿Ein?
Y con las mismas, se fue.....
Eso lo escribo codificado porque no sé muy bien qué
me dijo, pero me sonó a amenaza. Me dieron escalofríos y sentí miedo. Espero no
encontrármelo otro día.
Dos chicos se acercaron a ver si todo estaba en orden y les dije que sí, que muchas gracias. Vino el tren, subí y no lo volví a ver.
(30/08/16)
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