"Era un señor con poco pelo, el poco pelo que tenía era blanco, llevaba gafas, un polo de rayas azul y naranja y pantalón vaquero"
Hace
muchos, pero que muchos años (finales del
siglo pasado concretamente), con el recién estrenado carnet de conducir por
parte de mi hermana, nos aventuramos a coger el coche de nuestro padre (un Opel Kadett Fun) para ir un día a la
universidad en la que ella estudiaba entonces. Estábamos bastante lejos de
casa, era una de las primeras veces que salíamos ella y yo con el coche tan
lejos, pero nos liamos la manta a la cabeza y pusimos rumbo a Ciudad
Universitaria (… a la aventura…).
Recuerdo que nos perdimos, que nos costó bastante tiempo llegar (… qué raro…) Lo que
no recuerdo es a qué íbamos, pero conseguimos llegar. De esto hace muchos años,
me gustaría poder recordarlo con más detalle, pero recuerdo cosas de aquel día.
Recuerdo también que se nos hizo de noche. Ella siempre ha dicho que le gusta
conducir de noche, así la luz del sol no deslumbra y van menos coches por la
carretera. Pusimos rumbo a casa.
De regreso nos perdimos también. De hecho, llegamos a una calle que no tenía
salida (… oh oh.. esto no nos suena… por
aquí no hemos pasado antes… eso es un muro y no se puede avanzar…) y nos
costó dar la vuelta para poder salir de allí (pero lo conseguimos). “Vosotras
tenéis que ir en dirección a Badajoz y así llegaréis a casa” (consejo de madre, siempre tiene razón) ,
nos solía decir nuestra madre cuando salíamos con el coche. Dicho y hecho,
dirección Badajoz. ¡A casa!
Llegando al cruce de la Avenida del
Mediterráneo con la calle Río Manzanares, con la Universidad Politécnica Carlos
III a un lado y el Centro Comercial Leganés Uno al otro, íbamos a pasar por un
paso de peatones para hacer la rotonda y terminar el camino que nos quedaba por
recorrer.
- ¡Cuidado! ¡El señor! – grité de repente.
Susto y frenazo.
- ¿Qué señor? – me contestó mi hermana asustada.
Yo flipando.
- ¡El señor del polo de rayas, que casi le
pillas! – seguí
gritándole a mi hermana.
- ¿Qué señor? ¡Si no hay nadie! – me decía mi hermana sin salir
de su asombro.
- ¡El que ha estado a punto de cruzar cuando
te lo he dicho y has pegado el frenazo!
- ¡Que no hay nadie! ¿Dónde está?
Miré a todos los sitios. Efectivamente no se
veía a nadie. En esos momentos pensé que tampoco le había dado tiempo a cruzar
tan rápido, se le vería aún.
- Estaba ahí.
- No había nadie – me dijo finalmente mi hermana.
Modo frustración ON.
- Te juro que había un señor, y te lo puedo
describir – le conté a mi hermana después de que volviera a arrancar el
coche -. Era un señor con poco pelo, el poco
pelo que tenía era blanco, llevaba gafas, un polo de rayas azul y naranja y pantalón
vaquero. Estaba mirando a la carretera esperando a cruzar el paso de peatones.
- No había nadie.
¿Estaba o no estaba ese señor esperando para cruzar? Yo creo que sí, lo vi. Mi hermana no lo vio. ¿Por qué yo lo vi y mi hermana
no? ¿Fue una alucinación? ¿Fue un espíritu? ¿Estaría allí el señor y decidió
dar la vuelta y no cruzar? Ni lo supe en esos momentos ni lo sabré jamás.
¿Quién hizo un viaje astral? ¿Mi hermana?
¿Yo? ¿Las dos? ¿O lo hizo el señor que decidió no cruzar y desvanecerse en el
aire? Como dije dos líneas más arriba, ni lo supe en esos momentos ni lo sabré
jamás.
(22/05/16)
No hay comentarios:
Publicar un comentario